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Propiedades cromáticas

La luz blanca contiene todas las radiaciones luminosas visibles que aparecen en el espectro. Fue Isaac Newton quien, en 1665, consiguió, por primera vez, descomponer la luz blanca del sol mediante un prisma de cristal, obteniendo los siete colores de la gama espectral. Los objetos se sirven de la composición espectral de la luz que incide sobre ellos para mostrarnos su color. Consiguientemente, la tonalidad cromática dependerá de la luz que recibimos. Esto explica que una flor muestre diferente color según la observemos a la luz del sol, a la luz fluorescente o a la luz de una lámpara de cuarzo.

En la naturaleza y en el arte suelen aparecer conjugados el tono y el color. Mientras que el tono está relacionado con aspectos perceptivos ligados a nuestra supervivencia, lo que le hace esencial para el organismo. El color, en cambio, tiene una afinidad más intensa con el campo de las emociones. Está cargado de información y es una de las experiencias visuales más intensas y penetrantes.

El diferente grado de luz que un objeto absorbe o rechaza da como resultado en la imagen registrada unos valores de tono que van desde el blanco al negro, pasando por una serie de grises. Toda la gama de tonos posibles constituye la escala de tonos.
La mirada siempre se dirige a lo más iluminado, al tono más claro antes que a las zonas más oscuras. Por el contrario, si se da un encuadre de gran calidad, lo primero que atraerá la mirada será un objeto oscuro.

Para analizar el color como una experiencia sensorial, nos explica Villafañe,[1] son necesarios tres elementos para su producción: un emisor energético –fuente de luz–, un medio que module esa energía –superficie de los sujetos y objetos– y un sistema receptor específico –la retina–. Consiguientemente, no hay color hasta que no llega a producirse la experiencia sensorial; mientras tanto el cromatismo es una realidad en potencia. Desde un punto de vista estructural y funcional, el color posee tres dimensiones o propiedades cromáticas: el matiz, la saturación y el brillo. Estas propiedades conforman la piedra angular de toda experiencia de percepción cromática.

Existen más de cien diferentes matices de color que dependen de la longitud de onda predominante. Inicialmente encontramos seis colores fundamentes en la naturaleza, los colores del arcoiris, que podemos agrupar en colores primarios y secundarios sustractivos[2], es decir, cuando se sustraen queda blanco (un séptimo color); rojo, amarillo y azul componen la tríada cromática fundamental capaz de generar la gama de colores secundarios; naranja, verde y violeta. El naranja se obtiene de la mezcla del rojo con el amarillo, el verde combinando el azul y el amarillo, y el violeta de la unión del azul y el rojo.

Cuando procedemos a mezclar color primario con un secundario se obtiene un color terciario o intermedio. Esta clasificación cromática nos permite definir, como complementarios, los colores enfrentados en el círculo cromático y, como análogos, los colores cercanos. La armonía cromática es la hábil conjunción de los colores complementarios y los análogos en el círculo cromático. La segunda dimensión del color es la saturación que viene determinada por su pureza respecto al gris, y consiguientemente, por la cantidad de luz blanca que posee el color. Por último, el matiz del color es el brillo. Este oscila igual que los grados de gris y está relacionado con la variable luminosidad-oscuridad.

El color en la pantalla de un monitor sigue el proceso del ojo humano para la proyección de color, emplean la síntesis aditiva, o sea, la suma de todos los colores para producir el blanco, por el contrario su ausencia es el negro. Esto se lleva a cabo al combinar los colores rojo, verde y azul, los colores primarios aditivos,[3] conocidos como colores RGB (por las siglas en inglés de los colores red, green, blue) en 256 tonos cada uno, lo que crea más de 16 millones ochocientos mil colores, donde el blanco representa el 100% y el negro 0%, y se refleja en la barra de ajuste cromático.

A la combinación cromática realizada con base en diferentes tonos de colores afines se le denomina armonía, y la sensación que transmite es agradable, visualmente atractiva y relajante, pero si en una composición cromática se combinan diferentes colores, mezclándose indistintamente, el resultado suele ser visualmente agresivo y, entonces, forma el denominado contraste. Con esto en mente podemos clasificar siete tipos de composición cromática.

[1] Villafañe, J. (1990:112) Introducción a la teoría de la Imagen. Pirámide, Madrid.[2] Colores primarios: rojo, azul y amarillo cadmio. Son los tonos que no pueden obtenerse por la mezcla de otros colores, y son la base de todos los restantes.
Colores secundarios: verde, naranja y violeta. Resultado de la mezcla de dos primarios a partes iguales.
Colores terciarios: son las mezclas producidas por colores adyacentes entre primarios y secundarios. Estas mezclas producen el rojo anaranjado, amarillo anaranjado, amarillo verdoso, azul verdoso y azul violáceo y rojo violáceo.
[3] Los colores primarios aditivos, rojo, verde y azul, se usan para crear la imagen electrónica, cuadro 29. Mientras que en la pintura se emplean los colores primarios sustractivos, (azul, rojo y amarillo), cuadro 30.
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Esquema de color monocromático

El esquema monocromático utiliza variaciones de saturación de un mismo color (matiz), obtenidas por desplazamiento desde un color puro hasta el centro del círculo cromático. Este esquema luce limpio y elegante. Los colores monocromáticos van bien juntos, produciendo un efecto relajante. El esquema monocromático es agradable a los ojos, especialmente con tonalidades verdes o azules

Esquema de color análogo

El esquema análogo usa los colores adyacentes a uno en la rueda de color o círculo cromático. Un color se utiliza como dominante mientras que otros se utilizan para enriquecer el esquema. Nunca son más de tres colores seguidos que siguen una graduación uniforme El esquema análogo es similar al monocromático, pero ofrece más matices.

Cuando los colores extremos están muy próximos en el círculo cromático, la gama originada es conocida también con el nombre de gamas múltiples.

Esquema de color complementario

El esquema complementario consiste de dos colores que se encuentran simétricos respecto al centro del círculo cromático. El matiz varía en 180 º entre uno y otro, es decir, un color primario y su respectivo color complemento, secundario (amarillo-violeta, rojo-verde, azul- naranja). Este esquema se logra mejor cuando pone un color calido frente a un color frío, por ejemplo, rojo contra azul-verde. Este esquema es intrínsecamente de alto contraste.

Al usar el esquema complementario, es importante elegir un color dominante y utilizar su color complementario para acentuar. Al emplear un color para el fondo y su color complementario para destacar los elementos importantes, conseguirá la dominación del color combinada con un contraste agudo del segundo color.

Esquema de color opuesto o complementario cercano

El esquema opuesto o complementario cercano es una variación del esquema complementario estándar. Es una relación que se establece al tomar como base un color cualquiera del círculo cromático descartando su complementario, y después otros dos adyacentes que equidisten del complementario del primero, también se le llama colores complementarios cercanos
Esto proporciona alto contraste sin la fuerte tensión del esquema complementario.

Esquema de color de tríada

El esquema de tríada es la relación formada por tres colores equidistantes tanto del centro del círculo, como entre sí, es decir, formando 120º uno del otro. Una tríada complementaria (principal) la constituyen los tres colores primarios, del mismo modo que otra (secundaria) sería la formada por los secundarios.
Este esquema es popular entre los artistas porque ofrece un fuerte contraste visual mientras que se conserva riqueza de la armonía y del color. El esquema en tríada no es contrastante como el esquema complementario, sino que parece más equilibrado y armonioso.

Esquema de color de forma libre

En el esquema de forma libre; dos o más colores se combinan sin importar su posición en el círculo cromático, lo único que se busca es que se vean bien en el diseño.

Esquema de color doble complementario

El esquema doble complementario es una relación formada por dos parejas de colores complementarios entre sí, lo que permite hallar un esquema armónico con todas las variantes posibles de valor y matiz. Este esquema es duro de armonizar; si las cuatro tonalidades se utilizan en cantidades iguales, el esquema puede parecer desequilibrado, así que debe elegir un color para ser el dominante o para someter a los otros tres colores.